viernes, 29 de mayo de 2015

Relatos del concurso II

Hola lectores. Aquí os traigo los relatos que faltaban de los participantes en el concurso.


Dentro del bosque - Bryan Murillo


Alma sabía que sus miedos eran infundados, pero de todos modos caminar por la noche a través de un bosque, solo con la luna iluminando débilmente desde el cielo, era motivo de tener miedo a lo que las sombras ocultasen. Había leído en libros sobre criaturas con poderes que podían paralizar, matar o dejar como una esclava a cualquier persona que los viera. Pero ella siguió con la misma confianza que al principio y sintió una risa subir por su garganta para quedar atrapada por sus labios sellados.
Ese lugar no era para reírse. Ni siquiera una sonrisa, porque ellos podrían reconocer tu origen. Tus sueños. Tus pesares. Tu… magia. “Ellos” son conocidos como los devoradores de vidas, porque sin importar cómo te protejas, los vampiros estarán al asecho, sintiendo tu vida, queriendo extinguirla y tomar lo que no pueden crear ellos porque están muertos.
La magia, es ese elemento de la naturaleza que los humanos tienen y lo utilizan cuando se encuentran en peligro, o quieren hacer algo  especial que sería imposible sin ayuda. Y Alma lo sabía perfectamente, por lo que siempre cargaba con ella una bolsa de terciopelo con aserrín solar. Difícil de encontrar y un buen catalizador de hechizos, repelente de devoradores de vidas y proporcionaba luz cuando la oscuridad a tu alrededor se aumentaba. Se le llamó así porque al crear al mundo, los mejores árboles se levantaron desde las profundidades calientes de la Tierra y su corteza…
En ese instante que Alma se estaba acordando de la historia del aserrín solar, este comenzó a brillar intensamente, no solo fue una chispa lo que la hizo mirar a su cinturón, sino que la bolsa brillaba como un sol a través del terciopelo morado, haciendo que las sombras una vez negras, ahora cambiaran de tonalidades entre morado y dorado. Alma recorrió con la mirada los árboles cercanos, infructuosamente eran eso, solo árboles. Nada se movía.
La bolsa seguía iluminando y con ella, los nervios de Alma se elevaron, porque siempre que pasaba, el atacante no se demoraba nada en salir y devorar a su víctima, o eso dicen los ancianos.
Pero no corrió, ni se preocupó por avanzar más rápido, porque así ellos te encontraban con una adrenalina que circula por las venas y hace la sangre más irresistible. Simplemente recordó el hechizo del “aserrín” y lo murmuró con los labios casi cerrados. Cerró los ojos por un instante para concentrar más la energía, y al abrirlo, una figura se encontraba mirándola con una sed y hambre impropia de humanos. Sus ojos eran dos cuencas vacías que no proyectaban nada y la luz de la bolsa no parecía molestarle.
Con dos pasos seguros, se acercó a donde Alma se encontraba y frente a frente esperó por un grito que jamás llegaría.
Parte del aserrín solar quedó regado en el suelo mientras que el cuerpo de Alma colgaba inerte de las manos del devorador. Él se regocijaba por la “sangre” que estaba bebiendo que soltó una risa desde el fondo de su garganta…
Mientras, Alma miraba con una sonrisa en sus labios alejada del asesinato de un doble falso tras un árbol. Después el devorador comenzó a toser y su cuerpo a tornarse en piedra, porque no era sangre lo que bebía, sino aserrín líquido.

Al voltearse confiada, se encontró con una horda de devoradores esperándola y Alma supo que el peligro que creía acabado, solo empezaba en esa larga noche.


Ane Agirre

Mierda. Mierda. Mierda.
Llegaba tarde. Estaba llegando tarde. ¿Al instituto? ¿A la universidad? No, que va, eso ya era historia para mí. Era 23 de abril, por la mañana, jueves, 2015, ¿primavera? ¡Joder, que era le día del libro y aún estaba en la cama!
¿Levantarme? Una palabra demasiado pesada, algo que requería de mucha fuerza de voluntad y ganas. Yo, bueno, tenía a mi pareja esperándome ansiosa en… en… ¿dónde? 
El móvil. ¡Maldito cacharro! ¡Nunca dejaba de sonar!
−¡¿Qué?! −saludé amablemente. Pero nada, fin de la llamada. Ali me había colgado, seguramente se habría enfadado o sentido… ¿molesta? Sin embargo, pienso yo que sus motivos tendría. 
Tras tomarme mis cinco minutos de relax, me levanté de la cama a duras penas y me vestí con las prendas del día anterior. ¿Dónde estaba mi calcetín izquierdo? Ah, sí, bajo la cama.
Salí a la calle con la vista aún algo borrosa y dormida. Caminé sin rumbo alguno, sin mirar si quiera al reloj. 

Ali me esperaba. Claro que lo hacía. Apoyada sobre los barrotes que rodeaban un pequeño estanque se encontraba la mujer más hermosa y buenorra del planeta. ¡Dios, qué cachonda estaba! Y yo era guapo, joder y que lo era. Todavía no entendía cómo no había conseguido llevarla a la cama y hacerle el “amor”. Juro de verdad que le quitaría ese vestido demasiado formal en plena calle.
−Llegas tarde −me dijo tan seria que me hizo temblar de placer.
−Lo sé −admití yo en ademán de abrazarla, sin embargo, se deshizo de mis brazos nada más rozar su piel−. Ya es la quinta vez que llegas tarde esta semana. 
−Lo siento.
−Sé que no lo sientes de verdad. −Su pelo, oh, qué bien olían aquellos mechones rubios.
−Te prometo que llegaré pronto la próxima vez.
−Eso es lo que siempre dices.
Levanté los hombros en busca de una respuesta agradable para una mujer tan sofisticada como Ali lo era. Busqué en las frases de los libros que ella leía.
−Cariño, por favor, créeme. Te quiero y no puedo perderte. Por favor −supliqué una vez más intentando transformar mi voz en algo tan dulce como el algodón de azúcar−. Tienes que darme una oportunidad. 
−¿No te das cuenta de que no estás arreglando nada sino que empeorando las cosas? Esa misma frase me la dijiste ayer. Y en cuanto a la oportunidad, ¿no crees que ya te he dado suficientes? Pensé que eras distinto, creía que podía quererte. Pero estaba equivocada.
Se volteó y me miró fijamente. Ni una sola lágrima. Ni un solo rastro de tristeza. ¿Cómo, cómo lo hacía? Todas las chicas terminaban llorando tras romper conmigo, ellas me amaban, ellas me deseaban. Ali en cambio… ella era tan diferente… tan difícil de entender… ni siquiera mostraba sentimientos de odio.
−Me dejé llevar por la marea. Pero ¿sabes? No quiero depender de otra persona, no quiero ser otra de tus Barbies −admitió seria. 
Y por una vez en mi vida, por un segundo, me sentí inferior a ella, sin palabra, sin aire en mis pulmones. 
−No vuelvas a llamarme −me advertió−. No quiero saber nada de ti. Y me da absolutamente igual si cambias o no.
Ali caminó, avanzó con pasos seguros, moviendo su trasero, balanceándolo con perfección. 
−No cambiaría por ti −grité.
Sin embargo, no recibí respuesta, tan solo la soledad, el sonido de la multitud en los puestos de libros. Pero Ali, finalmente, se volteó.
−Y Christian −me llamó−, deberías de ir a la universidad. Ya sabes, para tener alguna posibilidad en el futuro. 
Sonrió. Sonrió y se alejó de mí para adentrarse en la multitud. 

Por cierto, Ane tiene un precioso blog que podéis pasar a ver. Se llama Lots Of Stars.


Y eso es todo lectores... hasta la próxima.

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